No nos confundamos: si Sony considera improbable que la escasez de consolas provocada por la falta de componentes se resuelva en 2021, es razonable suponer que Microsoft se enfrenta a una situación similar.
Hiroki Totoki, director financiero de Sony, aseguró en una declaración durante el informe financiero de la compañía que la expectativa es vender más unidades de PlayStation 5 durante el segundo año fiscal de la consola (que va de abril de 2021 a marzo de 2022) que las que vendió PlayStation 4 durante su primer año fiscal.
Además, planteó la cuestión de si Sony puede aumentar significativamente la existencias de PS5 para abastecer la demanda. La respuesta es «no, es improbable», a raíz a la escasez de semiconductores, así como de otros factores que afectan a la producción de la consola.
En cualquier caso, el año fiscal de Sony comenzó en abril y el objetivo es vender al menos 14,8 millones de consolas PlayStation 5. Recordamos que, hasta agosto de este año, la consola había vendido más de diez millones de unidades desde que fue lanzada al mercado en noviembre de 2020.
Totoki también insinuó que podrían rediseñar la PlayStation 5 para hacer frente a la escasez de semiconductores, mientras que Microsoft dio por hecho que la escasez de consolas Xbox Series X y Series S continuará hasta el 2022, una fecha que potencialmente podría alargarse más allá de lo previsto.
La escasez de componentes no se limita a la PS5
Aunque a algunos les parezca que la escasez de chips afecta especialmente a las consolas de nueva generación (PlayStation 5 y Xbox Series X), el resto de la industria tecnológica probablemente no esté de acuerdo. Los ordenadores e incluso la industria automovilística sufren una escasez similar.
La mayoría de los mercados de consumo de alta tecnología se han visto afectados de alguna manera por la escasez de chips y componentes. Obviamente, no todos ellos están experimentando el mismo nivel de escasez que las consolas PS5 y Xbox Series X.
Hay varias razones para ello, como la relativa juventud de la consola en comparación con otros dispositivos. Además, una consola de nueva generación es bastante más asequible que, por ejemplo, un ordenador destinado a jugar videojuegos de nueva generación, motivo por el cual hay una mayor demanda de dichos productos, algo que acentúa aún más los problemas de escasez que sufre el sector de los videojuegos.
